Devocional semanal: 29 de enero
de 2017.
¿CÓMO ENFRENTAR TUS PROBLEMAS?
En estos días me quede
pensando: ¿Qué pasaría si yo tuviera la razón en todo? – la respuesta es que
no pasaría nada, no aprendería nada y sería un ser terco y testarudo. Para aprender
nuevas cosas hay que reconocer que somos ignorantes frente al tema, es decir
debemos eliminar el orgullo.
El orgullo es el primer obstáculo
que podemos presentar, cuando emprendemos nuevos proyectos y relaciones. Debido
a que no tenemos una mente flexible, creemos que nuestras emociones y
pensamientos son los correctos y no nos ponernos en los
zapatos de otros.
Un espíritu enseñable para
Dios es aquel que acepta que reconoce su ayuda, es decir que no tiene
resentimientos y orgullo y acepta la reprensión como una orientación y guía hacia
un lugar mejor.
Si estamos pasando por
problemas revisemos cual es el nivel de orgullo que hay en nuestro corazón,
tratemos de eliminarlo de nuestra vida y permitamos ver lo que otros y Dios
tienen para enseñarnos.
Antes
de comenzar ten un momento a solas con Dios, y pidamos que nos dé un corazón enseñable.
Getsemaní
32 Fueron
a un lugar llamado Getsemaní, y Jesús les dijo a sus discípulos: «Siéntense
aquí mientras yo oro». 33 Se llevó a Pedro, a Jacobo y a Juan, y
comenzó a sentir temor y tristeza. 34 «Es tal la angustia que me invade
que me siento morir —les dijo—. Quédense aquí y vigilen».
35 Yendo un poco más allá, se postró en tierra y
empezó a orar que, de ser posible, no tuviera él que pasar por aquella hora. 36 Decía:
«Abba, Padre, todo es posible para ti. No me hagas beber este trago
amargo, [e]pero no sea lo que yo quiero, sino lo
que quieres tú».
37 Luego volvió a sus discípulos y los
encontró dormidos. «Simón —le dijo a Pedro—, ¿estás dormido? ¿No pudiste
mantenerte despierto ni una hora? 38 Vigilen y oren
para que no caigan en tentación. El espíritu está dispuesto, pero el cuerpo[f] es débil».
39 UNA VEZ MÁS
SE RETIRÓ E HIZO LA MISMA ORACIÓN
Es tal vez uno de los capítulos donde vemos aún más el amor y la obediencia
de Jesús por Dios pero sobre todo su lado humano, tenía miedo ante su último desafío,
que era enfrentar la muerte dolorosa de la crucifixión a manos de quien el vino
a rescatar y amaba tanto. Pero su respuesta a su problema era la ORACIÓN, si Jesús solo oraba
y le pedía a Dios que hiciera conforme a su voluntad y no la suya, y en medio
de la oración, Jesús aunque sentía temor, empezó a sentir calma, aunque no quería
pasar por esa dolorosa asimilo que esa
era su función. Es decir la ORACIÓN le dio paciencia, fuerza y aliento para
continuar su obra.
Todos pasamos
adversidades, es lo más natural y normal de esta vida. De hecho pienso que
las adversidades hacen que nos conozcamos más a nosotros mismos (fortalezas,
debilidades), nos enseñan nuevos puntos de vista frente a la vida y la hace más
interesante; porque nos permite buscar soluciones y salir de nuestra zona de
confort.
No todos los problemas que enfrentemos tendrán el mismo grado de
complejidad, pero sea cual sea este no hay ayuda más idónea que Dios.
En la oración nos comunicamos con Dios, le presentamos nuestros
agradecimientos y también nuestras necesidades, aunque escrito esta que antes
de hablar Dios ya sabe lo que carecemos. Pero en vez de estar pide que pide y
quedarnos en el problema, debemos pedir de manera inteligente como la hizo Cristo Jesús, el pedía
por paciencia, valentía y amor para llevar a cabo la solución.
Orar es hablar con Dios, no necesitamos un lenguaje especializado o técnico,
simplemente abramos nuestra mente, alma y corazón, pidámosle por sabiduría, amor y paciencia y de
seguro con esto podrás encontrar la respuesta que esperabas.
Bendiciones.