Devocional semanal: 13 de agosto
de 2016
HACEDORES Y NO SOLO HABLADORES.
Todas las religiones del mundo
tienen en comĂșn el amor y casualmente definiciones parecidas: se debe dar lo bueno y lo mejor por nuestro prĂłjimo, respetarlo y
procurar no hacerle daño.
Cristo JesĂșs solo demanda una
sola cosa de nosotros: “ĂĄmense los unos a los otros con el mismo amor con el que yo les he
amado” cuando tu lees esto es realmente grande. De entrada,
Cristo nos amĂł con nuestras imperfecciones, y eso no le importo. Simplemente querĂa
enseñarnos a amar y como por medio del modo podrĂamos alcanzar nuestra realizaciĂłn
personal. Ahora amar no es fĂĄcil, porque
cuando nos hacemos consientes de aquello que no nos gusta queremos desecharlo, Ahora
si decidimos amar a nuestro prĂłjimo no solo vamos a recibir las partes buenas,
sino también las partes malas y no por ello debemos desecharlas, todo lo contrario,
amar y no JUZGAR. Cristo siendo el hijo de Dios no
lo hace, no hizo con ninguno de nosotros, ahora quienes somos nosotros para
juzgar a personas por: Color de piel,
nacionalidad, pensamiento, ideologĂa, gustos.
Es cierto no todos piensan
igual a ti o a mĂ, pero esto no nos debe llevar a la exclusiĂłn sino como ver
una misma cosa desde otro punto de vista y respetar la opiniĂłn. Yo tengo conceptos
sobre distintos temas (educaciĂłn, familia, paĂs, Dios) y escucho los
pensamientos de personas opuestos totalmente a los mĂo y no los alejo, son mis
amigos. La diversidad no debe ser motivo de separaciĂłn, sino
todo lo contrario, uniĂłn. Porque no todos somos la misma parte de cuerpo, el cuerpo lo
arman distintas partes, y juntos pueden hacer una gran obra.
Si tienes un amigo de distinta
nacionalidad, genero, raza, ideologĂa. No lo apartes porque no es igual a ti; estarĂas negando a JesĂșs. JesĂșs fue quien se sentĂł con todos
aquellos con los que los judĂos de la Ă©poca consideraban que eran impuros mas
Ăl les demostrĂł que al igual que ellos eran humanos, Ă©ramos hijos del mismo
padre por lo tanto merecĂamos las mismas cosas.
El cumplimiento de la
ley
17» No piensen que he venido a anular la ley
o los profetas; no he venido a anularlos sino a darles cumplimiento. 18 Les
aseguro que mientras existan el cielo y la tierra, ni una letra ni una tilde de
la ley desaparecerĂĄn hasta que todo se haya cumplido. 19 Todo el que infrinja uno solo de
estos mandamientos, por pequeño que sea, y enseñe a otros a hacer lo mismo,
serå considerado el mås pequeño en el reino de los cielos; pero el que los
practique y enseñe serå considerado grande en el reino de los cielos. 20 Porque
les digo a ustedes, que no van a entrar en el reino de los cielos a menos que
su justicia supere a la de los fariseos y de los maestros de la ley
Mateo 5: 17 – 20 NVI.
El primer mandamiento es amar a nuestro prĂłjimo, de ahĂ en adelante
existen muchos mĂĄs, pero este es el mĂĄs importante. Del
amor deriva la obediencia, el respeto, la tolerancia, la honra,
responsabilidad, el compromiso.
Cuando amamos a nuestro prĂłjimo pensemos que Ă©l es igual a nosotros y no
somos superiores a Ă©l en nada. Somos hijos del mismo
padre y un padre no trata mejor a un hijo que otro por el contrario procura
darle lo mejor a ambos. Dios entregĂł por toda esta humanidad su hijo puro,
santo, lleno de amor. No solo a los que en Ăl creen, se lo dio a los judĂos,
ateos, musulmanes, taoĂstas, budistas, y todas las regiones que quieran
existir. Dios no nos enseñó a separarnos de las personas que no cumplen los
mandamientos, todo lo contrario, debemos enseñarlos y practicarlos para que otros vean y demos buen
testimonio de lo que Dios hace en nuestras vidas.
Si te sabes la ley y no la practicas de nada sirve. ¡Los sacerdotes y
fariseos memorizaban la ley todo el tiempo, pero cristo no habitĂł en su corazĂłn
porque no quisieron y prefieren pensar que con saber la palabra iban a ser
salvos y NO! ES LA FE y la OBRA lo que nos aumenta en gracias para llevar nuestra relaciĂłn
con Dios y conseguir su salvaciĂłn.
Basta ya de ser creyentes y volvĂĄmonos discĂpulos. DiscĂpulos que enseñan
y practican la palabra de Dios, que no se creen superiores a sus hermanos, sino
que sabemos que estamos a la par y si vemos a alguien en dificultad le tendemos
la mano porque hubo alguien que nos amĂł a nosotros primero, nos tendiĂł la mano, nos
levantó y no miro quien fuéramos simplemente se entregó por nosotros.
Bendiciones.
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