Devocional Diario

Devocional diario: 4 de Febrero de 2016

1:15 p.m.

JESÚS ANTE PILATO.



Hola, buen día. 

Ya iniciamos Febrero de 2016 recuerda que lo que hagas en este mes ya no lo volverás hacer nunca más porque no habrá otro Febrero de 2016 de pronto 2017 … etc. Pero a lo que va corriendo de este año este es nuestro único febrero. Lo que me recuerda que caminamos sobre una delgada cuerda que si damos un paso en fallo todo puede cambiar.

Nosotros no sabemos que pasara en los próximos minutos, tenemos una aproximación o idea de lo que acontecerá mas no podemos establecer que así será. Por ello ama tu vida, lo que haces, se prudente con tus acciones y pensamiento y fundamenta en el amor todas tus acciones porque del amor no procede lo malo sino lo bueno.

Antes de iniciar ten un momento a solas con Dios, sea Él en todos los días de tu vida y agradece por tu vida.

JESÚS ANTE PILATO

11 Mientras tanto, Jesús compareció ante el gobernador, y éste le preguntó:
— ¿Eres tú el rey de los judíos?
—Tú lo dices —respondió Jesús.
12 Al ser acusado por los jefes de los sacerdotes y por los ancianos, Jesús no contestó nada.
13 — ¿No oyes lo que declaran contra ti? —le dijo Pilato.
14 Pero Jesús no respondió ni a una sola acusación, por lo que el gobernador se llenó de asombro.
15 Ahora bien, durante la fiesta el gobernador acostumbraba soltar un preso que la gente escogiera. 16 Tenían un preso famoso llamado Barrabás. 17-18 Así que cuando se reunió la multitud, Pilato, que sabía que le habían entregado a Jesús por envidia, les preguntó:
  ¿A quién quieren que les suelte: a Barrabás o a Jesús, al que llaman Cristo?
19 Mientras Pilato estaba sentado en el tribunal, su esposa le envió el siguiente recado: «No te metas con ese justo, pues por causa de él, hoy he sufrido mucho en un sueño.»
20 Pero los jefes de los sacerdotes y los ancianos persuadieron a la multitud a que le pidiera a Pilato soltar a Barrabás y ejecutar a Jesús.
21 — ¿A cuál de los dos quieren que les suelte? —preguntó el gobernador.
—A Barrabás.
22 — ¿Y qué voy a hacer con Jesús, al que llaman Cristo?
  ¡Crucifícalo! —respondieron todos.
23 — ¿Por qué? ¿Qué crimen ha cometido?
Pero ellos gritaban aún más fuerte:
  ¡Crucifícalo!
24 Cuando Pilato vio que no conseguía nada, sino que más bien se estaba formando un tumulto, pidió agua y se lavó las manos delante de la gente.
—Soy inocente de la sangre de este hombre —dijo—. ¡Allá ustedes!
25 — ¡Que su sangre caiga sobre nosotros y sobre nuestros hijos! —contestó todo el pueblo.
26 Entonces les soltó a Barrabás; pero a Jesús lo mandó azotar, y lo entregó para que lo crucificaran.

Somos totalmente responsables de nuestros actos y estos tienen una consecuencia buena o mala. Pilato sabia de la inocencia de Jesús, él como autoridad romana en Jerusalén podía decir que Jesús era libre y por muy que los sacerdotes dijeran que no y la misma población no lo viera con buenos ojos debían aceptarlo. Pero Pilato era romano y es costumbre de este imperio respetar la cultura y religión de los pueblos que gobernaban a fin de que sus súbditos (revolución que podía ser iniciada a causa de los sacerdotes porque no habrían crucificado a Jesús y ellos podían convencer muy fácilmente al pueblo judío) no se revelaran y se acogieran a la regla romana. Pilato siguiendo estos lineamientos realizo lo que cualquier gobernador romano en tierras lejana haría, exponerlo a escarnio público y el pueblo eligiera, el consideraba que lo judíos querían salvarlo pero para su sorpresa ya habían sido convencidos que pidieran la libertad de barrabas y no de Jesús ya que para eso días se dejaba libre a un preso por la fiesta de pascua.

Así se cumple que Jesús sería entregado, crucificado, maltratado a causa de su propio pueblo, y el moriría por toda la humanidad.
Somos todas las acciones que pensamos y ejecutamos, somos simples y complejos, crédulos y escépticos pero no se pueden ser ambas cosas o eres una u otra. Si decidimos creer en Jesús veamos con mayor agradecimiento el haber aceptado morir por nosotros a causa de nuestra libertad y tengamos hoy la posibilidad de reconciliarnos con Dios.

Bendiciones.

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