El más importante en el reino de los
cielos
Hola, buen día.
El amor es de los sentimientos
más complejos que experimentamos, es el motor de todo. Si analizaos bien vemos
que por amor nos motivamos a realizar cualquier cosa y es también el amor quien
también produce las cosas que más nos causa dolor. El amor aunque hace soñar, también
nos hace despertar. Y todo esto hace parte de nuestra humanidad, por lo general
decimos que algo es bueno o malo, realmente una misma cosa puede ser ambas lo
que diferencia es que hay algo que prima más, es decir tiende a hacer más bueno
o más malo. Realmente el amor es siempre bueno, todo lo cree, lo soporta, lo
perdona, lo aguanta y aunque a veces provoca situaciones complicadas no es más
que para mejorarnos. Si hacemos una sumatoria, resta veremos que el resultado
es el mismo, el amor es bien y el bien es amor. Y por lo tanto Dios que es
bueno, Dios es amor.
Antes de iniciar ten un
momento a solas con Dios, y pídele que te llene de amor.
El más importante en el reino de los
cielos
18 En ese momento los
discípulos se acercaron a Jesús y le preguntaron:
— ¿Quién es el más importante
en el reino de los cielos?
2 Él llamó a un niño y lo puso
en medio de ellos. 3 Entonces dijo:
—Les aseguro que a menos que ustedes cambien y se vuelvan como niños,
no entrarán en el reino de los cielos. 4 Por tanto, el que se humilla como este
niño será el más grande en el reino de los cielos.
5 »Y el que recibe en mi nombre a un niño como éste, me recibe a mí. 6
Pero si alguien hace pecar a uno de estos pequeños que creen en mí, más le
valdría que le colgaran al cuello una gran piedra de molino y lo hundieran en
lo profundo del mar.
7 » ¡Ay del mundo por las
cosas que hacen pecar a la gente! Inevitable es que sucedan, pero ¡ay del que
hace pecar a los demás! 8 Si tú mano o tu pie te hace pecar, córtatelo y
arrójalo. Más te vale entrar en la vida manco o cojo que ser arrojado al fuego
eterno con tus dos manos y tus dos pies. 9 Y si tu ojo te hace pecar, sácatelo
y arrójalo. Más te vale entrar tuerto en la vida que con dos ojos ser arrojado
al fuego del infierno.
Mateo
18: 1 – 9 NVI
Los niños siempre dicen la
verdad, es una frase que hemos escuchado en cualquier parte. Los niños son
puros, amorosos, sin orgullo o rencor, piensan lo que hacen pero se dejan
llevar por su corazón. Cuando crecemos olvidamos toda estas cosas, nos hacemos fríos,
distantes, racionales. Por eso Dios dice aquel que sea como un niño es el mayor
de todos, y es porque los niños son bondadosos, amorosos, humildes en su corazón
no cabe un sentimiento malo alguno y si se portan mal entienden su error y
tratan de enmendarlo.
Es tiempo que volvamos a tener
el corazón como un niño, todo el tiempo pensamos en nosotros y como nos duele
las cosas. ¿Dónde dejamos los demás? Esto se nos olvida. Aprende a ver a tu prójimo
como te ves a ti mismo.
Si tu estas en mal y quiere
llevar a otro en mal, arrepiéntete no pienses que todo lo que tú haces es bueno
porque te gusta. Uno del problema más grande del ser humano es que cree que
todo lo que hace es bueno y no se somete a la autorreflexión de considerar si
realmente lo es.
Había una vez.
Alguien me enseñó a tener
paciencia, humildad, esperanza y confiar en otro. La noche que me enseño esto pensé
que yo era la víctima, que me había defraudado y que no había cumplido con lo
que me había prometido, le hice sentir mal. Cuando se fue entendí las causas
por las que no había podido cumplir, me puse en sus zapatos. Entonces entendí que
mi corazón era orgulloso, incrédulo, desesperado y que todo lo hacía que girar
en torno mío y no en el de los demás. Por eso le doy las gracias porque luego
que reflexione esa persona en una noche me enseño estas 4 cosas: paciencia, humildad, esperanza y confiar, todas
estas necesarias para tener una verdadera relación con Dios y nuestro prójimo.
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