Devocional Diario

Devocional diario: 27 de Noviembre de 2015

8:33 a.m.


El más importante en el reino de los cielos



Hola, buen día.

El amor es de los sentimientos más complejos que experimentamos, es el motor de todo. Si analizaos bien vemos que por amor nos motivamos a realizar cualquier cosa y es también el amor quien también produce las cosas que más nos causa dolor. El amor aunque hace soñar, también nos hace despertar. Y todo esto hace parte de nuestra humanidad, por lo general decimos que algo es bueno o malo, realmente una misma cosa puede ser ambas lo que diferencia es que hay algo que prima más, es decir tiende a hacer más bueno o más malo. Realmente el amor es siempre bueno, todo lo cree, lo soporta, lo perdona, lo aguanta y aunque a veces provoca situaciones complicadas no es más que para mejorarnos. Si hacemos una sumatoria, resta veremos que el resultado es el mismo, el amor es bien y el bien es amor. Y por lo tanto Dios que es bueno, Dios es amor.
Antes de iniciar ten un momento a solas con Dios, y pídele que te llene de amor.

El más importante en el reino de los cielos

18 En ese momento los discípulos se acercaron a Jesús y le preguntaron:
— ¿Quién es el más importante en el reino de los cielos?
2 Él llamó a un niño y lo puso en medio de ellos. 3 Entonces dijo:
—Les aseguro que a menos que ustedes cambien y se vuelvan como niños, no entrarán en el reino de los cielos. 4 Por tanto, el que se humilla como este niño será el más grande en el reino de los cielos.
5 »Y el que recibe en mi nombre a un niño como éste, me recibe a mí. 6 Pero si alguien hace pecar a uno de estos pequeños que creen en mí, más le valdría que le colgaran al cuello una gran piedra de molino y lo hundieran en lo profundo del mar.
7 » ¡Ay del mundo por las cosas que hacen pecar a la gente! Inevitable es que sucedan, pero ¡ay del que hace pecar a los demás! 8 Si tú mano o tu pie te hace pecar, córtatelo y arrójalo. Más te vale entrar en la vida manco o cojo que ser arrojado al fuego eterno con tus dos manos y tus dos pies. 9 Y si tu ojo te hace pecar, sácatelo y arrójalo. Más te vale entrar tuerto en la vida que con dos ojos ser arrojado al fuego del infierno.
Mateo 18: 1 – 9 NVI

Los niños siempre dicen la verdad, es una frase que hemos escuchado en cualquier parte. Los niños son puros, amorosos, sin orgullo o rencor, piensan lo que hacen pero se dejan llevar por su corazón. Cuando crecemos olvidamos toda estas cosas, nos hacemos fríos, distantes, racionales. Por eso Dios dice aquel que sea como un niño es el mayor de todos, y es porque los niños son bondadosos, amorosos, humildes en su corazón no cabe un sentimiento malo alguno y si se portan mal entienden su error y tratan de enmendarlo.

Es tiempo que volvamos a tener el corazón como un niño, todo el tiempo pensamos en nosotros y como nos duele las cosas. ¿Dónde dejamos los demás? Esto se nos olvida. Aprende a ver a tu prójimo como te ves a ti mismo.

Si tu estas en mal y quiere llevar a otro en mal, arrepiéntete no pienses que todo lo que tú haces es bueno porque te gusta. Uno del problema más grande del ser humano es que cree que todo lo que hace es bueno y no se somete a la autorreflexión de considerar si realmente lo es.

Había una vez.


Alguien me enseñó a tener paciencia, humildad, esperanza y confiar en otro. La noche que me enseño esto pensé que yo era la víctima, que me había defraudado y que no había cumplido con lo que me había prometido, le hice sentir mal. Cuando se fue entendí las causas por las que no había podido cumplir, me puse en sus zapatos. Entonces entendí que mi corazón era orgulloso, incrédulo, desesperado y que todo lo hacía que girar en torno mío y no en el de los demás. Por eso le doy las gracias porque luego que reflexione esa persona en una noche me enseño estas 4 cosas: paciencia, humildad, esperanza y confiar, todas estas necesarias para tener una verdadera relación con Dios y nuestro prójimo. 

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