Diciembre

Devociónal diario : 24 de diciembre de 2015

1:53 p.m.

Cristo está en tú corazón. 


Buen día, bendiciones.

Hoy sea un día de bendición y de gozo, Jesús nunca falte en tu corazón ni en tu hogar. Obra de tal manera que agrade a Dios con todo lo que hagas, pienses o sientas. 

Antes de iniciar ten un momento a solas con Dios.

No perdáis, pues, vuestra confianza, que tiene grande galardón. (Hebreos 10:35).
Jesús viene pronto, y nuestra posición debería caracterizarse por una actitud de espera y de vigilia en anticipación a su llegada. No deberíamos permitir que nada se interponga entre Jesús y nosotros. Aquí tenemos que aprender el cántico del cielo, para que cuando nuestra lucha haya concluido nos podamos unir al himno de los ángeles celestiales en la ciudad de Dios. ¿Cuál es ese canto? Es la alabanza, el honor y la gloria que se le rinden a Aquel que está sentado sobre el trono y al Cordero por los siglos de los siglos. Encontraremos oposición; la gente nos odiará por causa de Cristo, y también lo hará Satanás, porque sabe que con los seguidores de Cristo existe una fuerza divina que debilitará su influencia. No podemos escapar de su censura.
No podemos permitir que nuestro tiempo se mantenga ocupado de tal manera con cosas de naturaleza temporal—ni siquiera con asuntos que tienen que ver con la causa de Dios—, que pase un día tras otro sin que nos acerquemos al costado sangrante de Jesús. Necesitamos sostener una comunión diaria con él. Se nos exhorta a que peleemos la buena batalla de la fe. Para mantener una vida de fe ardiente se necesita pelear una batalla viva; si nos entregamos totalmente a Cristo, con la determinación inquebrantable de aferrarnos únicamente a él, seremos capaces de rechazar al enemigo y de ganar una victoria gloriosa. El apóstol Pablo nos exhorta: “No perdáis, pues, vuestra confianza, que tiene grande galardón”. Luego agrega: “Mas el justo vivirá por fe” (Hebreos 10:38).
Oremos mucho más cuanto menos sintamos la inclinación de tener comunión con Jesús. Si así lo hacemos quebraremos las trampas de Satanás, desaparecerán las nubes de oscuridad, y gozaremos de la dulce presencia de Jesús.
Pero aun aquí los cristianos pueden tener el gozo de la comunión con Cristo; pueden tener la luz de su amor, el perpetuo consuelo de su presencia. Cada paso de la vida puede acercarnos más al Señor Jesús, puede darnos una experiencia más profunda de su amor y aproximarnos tanto más al bendito hogar de paz. No perdáis pues vuestra confianza, pero tened una seguridad más firme que nunca antes. “¡Hasta aquí nos ha ayudado Jehová!” (1 Samuel 7:12), y nos ayudará hasta el fin. Miremos los monumentos conmemorativos de lo que Dios ha hecho para confortarnos y salvarnos de la mano del destructor. Tengamos siempre presentes todas las tiernas misericordias que Dios nos ha mostrado: las lágrimas que ha enjugado, las penas que ha quitado, las ansiedades que ha alejado, los temores que ha disipado, las necesidades que ha suplido, las bendiciones que ha derramado, y fortalezcámonos para todo lo que nos aguarda en el resto de nuestra peregrinación.
Tan ciertamente como jamás hubo un tiempo en que Dios no existiera, es igualmente cierto el hecho de que nunca hubo un momento cuando para la mente eterna no fuera una delicia manifestarle su gracia a la humanidad.
Devociónal tomado de: http://www.hayundios.com/devocional_para_hoy.html 

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